En un tiempo presente signado por diagnósticos críticos, sin esperanza ni aparente respuesta a los problemas cotidianos que atraviesa nuestra sociedad, es tiempo de potenciar la inteligencia colectiva, para abordar la complejidad de la democracia inmersa en una crisis, no solo global, sino estructural; donde sus cimientos han sido erosionados en los últimos veinte años, por una triada apocalíptica: crisis política, crisis económica, crisis social.

Los ámbitos donde esta potencialidad, la de anteponer lo colectivo por sobre lo individual, se puede desarrollar y manifestar firmemente, no se encuentran solo en lo Nacional – a partir, sobre todo, de la emergencia de la LLA – sino que existen distintos territorios donde esta disputa se hace necesaria. Lo local es el ámbito privilegiado para construir este tipo de experiencias. La desprivatización del Estado exige incrementar el control que la sociedad ejerce sobre sus instituciones y recursos.
Frente a la opacidad, el secretismo, el lenguaje críptico y las negociaciones bajo la mesa, proponemos la transparencia, la comunicación permanente, la clarificación de los intereses y actores en cada decisión pública, la conformación de espacios estables de control social con un mínimo nivel de especialización y conocimiento.
El gobierno Radical de Miguel Lunghi pone en evidencia su carácter de gobierno cada vez mas cerrado. Todas las decisiones se toman a espaldas a la sociedad, que no participa ni de la formulación ni del control de las políticas públicas. Además, el desgaste de 20 años de gestión está acompañado de pérdida de políticas estratégicas, falta de cuadros para la gestión y reina la improvisación.
En sus primeros años de gobierno, esta forma de hacer, sin interacción con la ciudadanía, quedo solapada por el gran momento de crecimiento económico que vivió el país post crisis 2001, donde Tandil se capitalizo con obras de infraestructura, inversión privada, mayor presencia de la UNICEN y embellecimiento urbano.
Pasados los años, con claros signos de estancamiento en la ciudad, es necesario que una nueva generación impulse el protagonismo ciudadano, sobre todo en los aspectos en los que la ciudad se ha quedado rezagada. Los problemas de movilidad urbana son cada vez mayores, la seguridad no tiene conducción política, es imposible acceder a una vivienda y al suelo urbano, y la falta de empatía gubernamental hacia los reclamos de los vecinos es vergonzoso.
Nosotros elegimos una democracia donde el pueblo delibere con sus representantes todo el tiempo, no solo a través de ellos. Con un funcionamiento cada vez más atentos a las demandas de la sociedad.
No entendemos la participación ciudadana como antagonica a la participación política sino como fortalecimiento de la misma. No como fachada o fetiche de debates sectoriales sino como pueblo que se organiza para ser protagonista estratégico del modelo de ciudad que queremos , de fuerte construcción de comunidad. Se trata de una política de largo plazo y estructuradora de la gestión. No simplemente de un dispositivo de legitimación de la autoridad de turno.
Podemos mencionar como esbozo actual de dispositivos de ciudadania, el foro de seguridad, o la mesa contra la violencia género: ambos espacios los tenemos que potenciar y fortalecer y brindar más herramientas. Otros espacios a crear rápidamente si somos gobierno, es el presupuesto participativo, el concejo municipal de hábitat, la elección democrática de los delegados de Vela, Gardey, y otras delegaciones a crearse, audiencias públicas, obras publicas cooperativas para la integración sociourbana, lucha comunitaria de prevención de adicciones, concejo municipal deportivo, mesa para la preservación de las sierras etc.
La democracia no se reduce al sufragio. El dialogo debe continuar después de las elecciones. Los vecinos deben ser parte de la elaboración y control de las políticas públicas. Más ciudanía, es sinónimo de mejor políticas públicas.
Las políticas públicas, no se pueden desarrollar a espaldas de la sociedad, sino escuchando e involucrándola todo el tiempo.
Apuntamos a los objetivos de mejorar las condiciones de vida urbana, contribuir a la producción de ciudadanía, la erradicación del clientelismo, la transparencia de la gestión pública y a la distribución más justa de las inversiones y los recursos públicos. La noción de “gobernabilidad participativa” cobra cuerpo y contenidos reales con estas referencias.
La forma de estado democrático con base exclusiva en la democracia representativa se agoto por su creciente distanciamiento de la gente. Democracia delegativa, y ciudadania de baja intensidad donde el único capital político es el sufragio, son dos caras del fracaso actual.
La democracia moderna se amplio por abajo con la ampliación del sufragio universal, y se estrecho por arriba, dejando en pocas manos la toma de decisiones.
Nadie se realiza en una comunidad que no se realiza, decía el General Perón y agregaba. “El problema del pensamiento democrático futuro esta en resolvernos a dar cabida en su paisaje a la comunidad…”
No hay justicia social y libertad sin protagonismo popular ni viceversa. Apuntar al bien común es y debe ser el objetivo compartido.
La desprivatización del Estado exige incrementar el control que la sociedad ejerce sobre sus instituciones y recursos,